2 jul 2010

Comunicación con los animales

Hace 2 años encontramos a Maya en un albergue de perros abandonados. Llevaba 8 meses en el albergue y aunque había más de 100 perros cuando llegamos delante de su jaula nos enamoramos a primera vista. Metí instintivamente la mano en la jaula y empezó a lamérmela y a dar vueltas de alegría. No había nada más que buscar, ella se venía con nosotros.
La roulot en la que estuvimos viviendo hasta que llegaron las heladas
Cuando Maya llegó a la finca dormíamos en una pequeña roulot, por lo que las primeras noches dormía fuera y se pasaba la noche ladrando. Una de las razones para ir a buscar un perro de gran tamaño era el tema de sentirnos más seguros y también de darle la posibilidad de una buena finca para vivir. Una noche le abrí la puerta para que subiera y durmiera con nosotros. Desde ese día no volvió a ladrar por la noche y fue mudándose con nosotros de la roulot a una pequeña caseta en la que vivimos durante otro año y ahora ya tiene su espacio debajo de la escalera en casa.
Maya con su cama al fondo, debajo de la escalera
Es mi "coach", todas las mañanas me empuja a dar un paseo por el bosque, ha conseguido ella lo que no había conseguido yo por mi mismo jamás, constancia y voluntad en esto de caminar. Todos los que tenéis un perro podéis sentir que la conexión con él a veces os parece "casi" humana.

Hace unos meses Maya se perdió en el bosque cuando volvíamos de nuestro camino matutino. La busqué en bosque y no la encontré, angustiado salí con el coche pensando que habría llegado hasta la carretera. Cuando llevaba un rato en el coche empecé a sentir mucha ansiedad, más angustia y ganas de llorar. De repente sentí que las emociones no eran mías sino de Maya y sentí que  estaba atrapada. Volví inmediatamente a casa y salí hacia el bosque caminando. Su mensaje me llevó directo hacia una casa, había un chico al que le pregunté si pasara por allí una perra grande y negra, me dijo que estaba en el patio del vecino hacia un rato. Corrí hacia la casa contigua y ya desde lejos por encima del portal verde veía como la cara de Maya aparecía y desaparecía. Estaba saltando como una loca, se había metido por una reja abierta en la parte de atrás de esa casa, seguramente perdida por su olfato y después no encontró la salida. No había nadie en casa por lo que abrí el portal y Maya volvió conmigo para casa. Esto fue hace un año aproximandamente y desde aquel día mi conexión con Maya cambió, se hizo mucho más intensa y cada día nuestra comunicación es más clara.

Las culturas de todo el mundo tienen historias de cómo los hombres y los animales eran amigos y se entendían y respetaban mutuamente. Está por ejemplo el chamanismo. Para los chamanes, todo lo que existe en el Universo tiene un espíritu que sabe que pertenece a una totalidad más amplia.

“La esencia es lo que hace iguales a todos los seres; que se diferencian entre sí dependiendo de su cercanía o alejamiento con respecto a esa esencia”
María Sabina, chamana mazateca mexicana

Están también los Indios Norteamericanos con su hermosa relación con todas las formas de vida:

“Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas, el venado, el caballo, el gran águila, son nuestros hermanos. Las cumbres rocosas, los prados húmedos, el calor del cuerpo de los potros y de los hombres, todos somos de la misma familia. ¿Qué sería del hombre sin los animales? Si los animales desaparecieran el hombre también moriría de gran soledad espiritual Porque lo que le suceda a los animales, también pronto le ocurrirá al hombre. Todas las cosas están relacionadas entre sí. Lo que afecte a la tierra, afectará también a los hijos de la tierra”
Carta del Jefe Seattle a Flanklin Pierce, 1854

Me encontrado esta semana con esta información que me gustaría compartir contigo. Se llama Daniela Camino y estará en Madrid en Octubre dando un curso de como comunicarnos con nuestros animales. Toda la información que te dejo a continuación la he sacado de su web: interespecies.com y quizás te parezca una locura, pero la unificación de conciencia pasa también por volver a conectarnos con la naturaleza y todos sus seres.

Esta entrevista salió en el Milenio Diario el 30 de agosto del 2009 .

Puede parecer insólito, pero en México hay quien se dedica a la profesión de telépata de animales. Aquí, esta entrevista con Daniela Camino, una mujer que desde niña amó a la naturaleza con locura, y sobre todo a los animales.

Para Daniela Camino las mascotas que viven en nuestras casas tienen conciencia y saben lo que es bueno para ellas. En la última conversación que tuvo con sus peces, éstos se quejaron: “Pon papel alrededor de la pecera, estamos hartos de que los gatos se estén asomando. Nos sentimos muy expuestos y vulnerables”.

La mujer que se encuentra sentada frente a mí es telépata de animales, posee una página en internet (www.interespecies.com), y recibe numerosas llamadas telefónicas de otros países para realizar consultas a distancia. “Esto no es Kalimán ni charlatanería…”, advierte minutos antes de comenzar la charla, en el pequeño estudio de su casa y junto a su amistoso gato Lao.

Daniela dice que con frecuencia la buscan para establecer comunicación con animales que fallecieron, o para que asista con telepatía días antes a que se efectúe una eutanasia. Afirma que su trabajo consiste en sentir a distancia, algo que con el paso del tiempo los seres humanos hemos perdido.

¿La gente se entera de tu trabajo por la página de internet?

Muchísima gente que llega conmigo es por referencia de boca en boca. Gente que queda muy satisfecha con sus consultas. Que siente que su vida se transformó, que sus animales mejoraron, que están más contentos, más sanos, mejor entrenados. Van compartiendo esta experiencia con otras personas dispuestas a escuchar.

¿Cuéntame alguna consulta?

Está el caso de un caballo que al llegar a México descubrió que la mujer jinete era pésima, porque no tenía las capacidades de su anterior jinete en Alemania. No podían hacer un binomio. La jinete me decía: ‘No me entiende’. Entonces hablé con el caballo y me dijo: ‘Es que mi jinete no es buena, me estresa’. Tuve que negociar con él, explicarle que ella se estaba esforzando por ser mejor. En cada charla iba profundizando con el caballo hasta que me dijo: ‘Yo oí, que los caballos que no lograban sus objetivos, los mataban. Siento una enorme presión de no hacer bien mi trabajo, porque me puede ir mal’. Le dije que su nuevo jinete lo amaba. Ella tuvo que decirle: ‘Jamás te va a pasar eso, te vas a quedar conmigo para siempre. Te respeto como un ser íntegro, con espíritu…’. A partir de ese momento empezaron a ganar premios. La chica me llamó después para decirme: ‘¡No lo puedo creer! No sabes cómo ha mejorado la relación con mi caballo’.

¿Qué otro caso te ha tocado?

Desde Chile me contactaron porque un perrito se sentía muy mal. Me enviaron su foto por internet. Querían saber cómo iba el perro de los ojos, pues se estaba quedando ciego. Cuando empecé a hablar con este French Poodle blanco me dijo que su problema no eran los ojos, sino que deseaba ir preparando a los humanos, porque se acercaba al final de su vida. Deseaba que su muerte no fuera algo traumático para las niñas de la casa. Me dijo: ‘Necesito que me suelten para poder trascender’. Cuando escribí el correo con lo que conversé con el perrito, las dueñas entendieron perfectamente. Las chicas me llamaron luego para decirme, que desde el momento que le dieron ese permiso de partir, el perrito cambió de actitud, rejuveneció, saltó, corrió feliz, y a las tres semanas falleció.

¿Hay animales que piden cosas más específicas?

Una yegua me decía: ‘Yo lo que quiero es que me saquen a pasear al campo libre. Toda mi energía como caballo está reprimida en un establo y no puedo vivir así. Quiero correr…’. Hablé con el dueño y se comprometió a sacarla una vez a la semana. Otra yegua más viejita me explicó que sus huesos no eran fuertes, que se sentía muy complacida de trabajar con la niña de la familia, pero pedía que los espacios de trabajo fueran más breves.

¿Qué otros caballos has conocido?

Conocí un caballo chileno, era un campeón de 19 años, todo un caballero, pues hablaba con mucha propiedad. La dueña quería que investigara por qué el caballo se mordía el lado izquierdo. El caballo me dijo: ‘Mi dueña no me entiende. Necesito retirarme. Ya fui campeón, ya viajé y cumplí muchas metas. Me muerdo el lado izquierdo porque quiero retirarme. Necesito ser feliz’. Y el caballo me transmitía imágenes de él en un pastizal muy grande, rodeado de yeguas.

La comunicación con los caballos es muy íntima. Otro me decía: ‘Dile que necesito que me cante’. Cuando se lo comenté a su dueño, muy sorprendido me respondió: ‘¿Te dijo eso? ¿De verás? Porque es verdad que sé cantar’. Y yo ni siquiera sabía que el dueño cantaba.

Volvamos con los perros…

Los dueños de un Golden Retriever me escribieron: ‘Mi perro siempre ha sido genial en lo que hace, pero está dejando de serlo. Queremos saber qué ocurre’. Cuando hablé con el perro, lo primero que me dijo fue: ‘Estoy angustiadísimo, porque mis papás humanos se dedican a gritarse. Estoy preocupado de que esto pueda ser por mi culpa’. Cuando comenté esto con sus amos, ellos me confesaron que por esos días se estaban divorciando. Hubo manera de negociar con el perro y preguntarle con quién se quería ir, sin con su mamá o su papá. Y le expliqué que las peleas no eran por su culpa.

¿Qué tal los gatos?

Una chica me escribió desde Tenerife, España, porque iba a hacer un viaje en avión hasta Chile. Se trataba de una niña estresadita, que tenía miedo de que su gato fuera a reaccionar muy mal en el avión, pero no quería mandarlo con el equipaje. Cuando hablé con el gato me dijo que la chica le hacía reiki, pero que su reiki era espantoso, y que, además, le daba homeopatía y flores de Bach. Muy inteligentemente, el gato me dijo: ‘Ella es la que debe tomar homeopatía y flores de Bach, para que esté tranquila. Yo sólo necesito que me lleve en algo que no sea una caja, sino una bolsa. Con que me esté acariciando la voy a pasar muy bien’. La chica me volvió a escribir para decirme que el viaje había sido estupendo, que el gato no maulló una sola vez.

Algunas opiniones de perros que han hablado con Daniela:

Rocco 

Rocco es un perro rescatado de las barrancas de Santa Fé, donde estaba amarrado, solo, sin comida y con una muy mala salud física y emocional. Al contactarlo y sanar con él su pasado, me relató que antes vivía con un hombre quien era alcohólico, y con frecuencia le golpeaba con un palo o un tubo. Rocco sobrevivió ese infierno y además creció con esa experiencia. Al contactarle, me llamó la atención su enorme gratitud para con la vida, su sencillez, inteligencia y humildad. Por ello le pedí me diera su perspectiva sobre los humanos y esto es lo que me dijo:
"…. Bueno, lo que yo quisiera decirle a los humanos es que tienen mucho que aprender de sí mismos. Me impresiona la capacidad que tienen de perderse en sus propias emociones y con ello hacer daño a todo lo que les rodea. El humano que me maltrataba estaba desesperado y perdido, y cuando me golpeaba toda su energía y su concentración se encontraban en esos golpes que me daba, en un solo lugar, finalmente conseguía alinearse y creía que esa era su identidad. Por eso cada vez que se perdía (y bebía alcohol) me golpeaba, y aunque yo sentía mucho dolor y miedo al final entendí porqué lo hacía.

Yo quisiera que la gente así encontrara otras formas de sentirse unificada, porque así no había más que dolor para él y para mí. Cuando se cansaba de golpearme lloraba, vomitaba y al final se quedaba dormido. No había más que esa paz para él. Era un ser enfermo y los seres enfermos no deberían de tener compañeros animales… ¿pero qué hubiera hecho él sin mi, si yo no hubiera estado ahí? Ni siquiera hubiera tenido esos momentos de sentirse unificado, y hoy estaría completamente perdido (loco).

Por suerte yo sobreviví a todo eso y ahora vivo con gratitud mi buena vida, mi compañera humana amable y gentil. Pero sigo viendo en otros humanos esa misma capacidad para perderse y su tendencia a recuperarse a sí mismos en actos destructivos. No saben como estar enteros en actos constructivos, creativos y permanecer estables ahí.

Los humanos tienen ese gran reto por delante. Ojala pudieran darse cuenta del gran gozo que hay en estar en paz. A mí, por ejemplo, me gusta mucho olfatear el aire y dividirlo en todas las cuerdas (matices) que llegan hasta mi nariz, y al hacer esto me siento completo, porque estoy presente. Siento también eso cuando olfateo el agua o la comida. También estoy presente cuando observo a los humanos. Los miro con tranquilidad aunque hay una nota de dolor en mis recuerdos. No me olvido de lo atroces que pueden ser, pero tampoco dejo de estar agradecido con mi amiga humana y con la vida en general, porque he vivido grandes polos de experiencias: en el dolor y en la gratitud, y estar presente en ambos casos. En resumen estoy agradecido, y no quiero juzgar ni analizar nada más.

Linda

A Linda la rescató Daniela de la calle con el fémur fracturado. Una vez operada para curarla la contacté para conocer con qué clase de familia le gustaría vivir. Al final de la entrevista hizo la siguiente reflexión sobre su vida en la calle:

    * Gracias linda (…) ¿hay algo que quieras decir más?, esto se va a publicar para que más humanos sepan de los perritos rescatados de la calle desde su perspectiva .

    * …. (piensa)…. Si quiero decir algo: Hay una gran dignidad en ser un perro. Ser perro es maravilloso. Nuestra capacidad de dar amor es muy grande, amplia, como una cascada de agua. Y cuando estamos en la calle solos y tristes porque nos han rechazado, golpeado y aventado a la fuera, esta fuerza del amor se hace apenas como un goteo que solo nos permite seguir vivos. Los perros queremos compartir nuestro amor…. Si, eso queremos. (reflexiona y me dice con tristeza)…. Estar en la calle es muy duro. Nadie te mira, incluso si estás golpeado y tirado en la calle. ¿porqué, si amamos tanto, pueden hacernos invisibles?.... no lo entiendo. Cuando tú y yo nos vimos en el parque y me acerqué, fuiste la primera persona que me abrió su corazón desde que me lanzaron a la calle. Si hubo gente buena, pero solo me miraron por un instante, y luego se ocuparon en estar en un vacío (interno). Es difícil buscar ayuda y encontrar una puerta cerrada o gente que navega en el vacío. Pero encontrar un corazón abierto es como un remanso de paz, un refugio, y sentir que por fin, por fin uno ha llegado a casa. Y ahí es donde quiero ir ahora, a una casa, a una familia, a una sensación de pertenencia y de hogar. Ojalá llegue pronto, yo busco un corazón abierto, y cuando lo encuentre daré todo mi amor, seré incondicional compañera y sabré portarme bien también, si me explican claramente lo que no debo de hacer y lo que se espera de mi.

Walter 

Walter es un sabio y humorístico pastor alemán. Lo contacté para decidir con él y su amigo humano -dedicado a la protección y entrenamiento de perros- la fecha de su eutanasia, pues ya estaba muy mal de salud física. Walter había sido hasta entonces el líder de la manada y compañero del humano durante toda su vida.

Lo primero que me muestra Walter es un cordón de contacto de amor que hay entre su corazón y el de su amigo humano, así como el que tiene con todos los perros de la familia que están bajo su custodia (aunque parece que no todos lo están, que hay algunos independientes). Me muestra que por este cordón de luz está avisando que se va y enviando información, amor y su despedida a toda la manada. Este cordón (me explica) se forma entre todos los miembros de una familia y van del líder a los otros. También existen cordones entre algunos otros perros cuando tienen mucha afinidad y amistad. El ve a todos los miembros de este lazado (al amigo humano incluido) como una misma familia que se mueve en una dirección e intención similares.

    * El líder del grupo, ¿es el humano que les cuida?
    * No en realidad. El cumple con una parte de mucho poder, toma decisiones según sus criterios (no siempre en la lógica de los perros, de nuestra justicia o amor), pero ser un líder significa otra cosa: es una madurez interna y estructura lo que de forma inherente da un liderazgo ante los demás. Por eso los corazones de los demás se abren a la nueva información y GUIA que trae un líder. Eso es a un nivel, a otros hay que poner orden de manera muy práctica. La cuestión es un poco más compleja, hay líderes que se imponen (como ocurre también entre los humanos… o humensos! Ja!!) y los cordones que envían (y que los otros reciben) son de manipulación y engaño. Eso también puede pasar entre los perros pero no es frecuente o no dura mucho. Porque nosotros sabemos cuando un líder es un líder y cuando no lo es porque nuestros corazones nos lo indican. Los humanos por eso están tan perdidos, la brújula la pusieron en otra parte (…) Dudas porque piensas, porque intentas resolver con tu cabeza. La cabeza que tu tienes es además como los cajones de tu ropa. Está revuelta y necesita una limpieza de fondo (igual que los cajones). El liderazgo se da por una cualidad interna, inherente, abierta, perfecta y natural. No se puede pretender que uno es un líder. Eres o no eres. Pero si uno decide ser honesto, alienado, integrado y ser amor, entonces uno es un líder…. La manada queda ahora un poco desprotegida (por mi trascendencia) hasta que el nuevo líder canino tome sólidamente su lugar (y establezca los lazos entre los corazones) y comience a dar su enseñanza. Mientras tanto sería bueno y ayudaría que te mantuvieras estable anímicamente, pues los perros podrían desorientarse… aunque entre todos forman una red que los sostendrá, como una balsa en el río, y el nuevo líder –perro- guiará esa embarcación de manera natural. Para ser un buen líder humano primero toma tu lugar. Tu eres el humano y no otro perro. Tu haces cosas en la familia que nosotros no podemos. Pero observa al líder canino y respeta su orden, siente la afinidad que establece con el resto de los miembros del grupo y sigue su guía, complementa donde sea necesario y cuando no coincidan explícale a él las necesidades específicas del mundo humano y siente su respuesta. No desestimes al nuevo líder, él sabrá lo que hace. Y si los demás perros lo aceptan ¿porqué no lo harías tu?

Camello en la calle 

Paseaba yo por la calle, cerca de una televisora, cuando me encontré un par de carros transportadores de animales de gran tamaño. Eran un par de camellos, cuatro llamas y dos avestruces. Los animales parecían bien cuidados y salvo una de los avestruces que se veía muy nerviosa, los demás estaban tranquilos. Entonces entablé una conversación con el camello más pequeño.
—  Hola, ¿quisieras hablar conmigo?

—  No hay mucho de qué hablar, me dice el camello.

—  Bueno, ¿cómo te sientes?

—  Bien.

—  ¿Vives en un lugar agradable?

—  No (me mostró entonces un lugar oscuro y pequeño)

—  ¿Pero vives con tu amigo el camello más grande?

—  Sí, él es más viejo y sabio. Pero el contacto con los seres humanos no me gusta mucho. Todo el tiempo están molestando, queriendo cosas de nosotros. A mí me gusta más estar en silencio, con otros animales solamente (me dijo molesto).

—  Lo siento.. Pero seguro que hay algo que aprender de una situación así.

—  No veo bien qué. Las luces y el movimiento constante me marean. Estoy un poco harto de todo ello a decir verdad. Pero sí siento apoyo de mis otros compañeros animales. Ellos también están desgastados, pero entre todos nosotros nos damos ánimos.

—  Los humanos necesitamos del contacto con ustedes, y toda esta situación nos refleja el momento de nuestra propia conciencia.

—  No veo que en realidad nos observen. No hacen contacto como tú ahora. Los humanos están perdidos en su mundo y no saben escuchar. Por eso nosotros no tenemos nada que decir.

—  Algunos sí sabemos escuchar

—  Pues eres la primera. Ninguno de mis compañeros había visto tampoco alguien como tu de entre los humanos.

—  El mundo está cambiando, poco a poco habrá más seres humanos como yo, ya verás. En otros sitios ya hay muchos. (Entonces lo vi asombrado y más luminoso)

—  Tendré que pensar eso.. (lo veo reflexivo, un momento después comienza a hablar de nuevo). eso está bien. Sería bueno que nos escucharan y que supieran lo que en realidad queremos. Yo, por ejemplo, tengo nostalgia del desierto, del viento en mi piel, de ver el horizonte y de estar en paz, en silencio.

—  ¿Haz experimentado el desierto?

—  No, pero son imágenes (mentales) que compartimos entre nosotros, para no olvidar de dónde venimos y perdernos en su confusión (humana). La avestruz que ves (me enseña imágenes de la más inquieta), por ejemplo, ya está afectada, está nerviosa y perdió su centro.

—  ¿Y tú?

—  Yo siento nostalgia. Quisiera estar en otro lugar, siento que sí podría perderme (confundirme) a veces. Pero vuelvo a la energía del grupo y me siento en paz.

—  ¿Hay algo que yo pudiera hacer por ti?

—  Sí, darles a otros humanos este mensaje. No estamos hechos para ser trasladados y mostrados a otros humanos, con las luces y con tanto ajetreo, si no para recorrer largas distancias bajo el cielo del desierto. Somos fuertes, sabemos de la perseverancia, tenemos muy buen olfato y sentido de la dirección. Nos gustan los espacios abiertos y podemos mantener una buena relación con los humanos en esas condiciones. No nos gusta vivir en su ruido y sentirnos atrapados en espacios tan pequeños. ¿Tú crees que otros humanos podrían entender todo esto?

—  No lo sé. Nosotros estamos muy aislados y perdidos, como tu dices, (entonces lo vi triste de nuevo), pero yo no pierdo la esperanza, tengo dos hijos y conozco a otros humanos que son compasivosperdidos, como tu dices, (entonces lo vi triste de nuevo), pero yo no pierdo la esperanza, tengo dos hijos y conozco a otros humanos que son compasivos y con una conciencia despierta, son seres completos. Eso me da esperanzas.

—  Bien por ti. Yo solo veo rostros vacíos. A los humanos no los tengo en buena estima, pero ha sido bueno encontrarte, es bueno pensar que el mundo puede cambiar porque nos hemos encontrado hoy. Si.

—  Gracias por haber hablado conmigo.

—  Gracias a ti, mi día ha cambiado.

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